Tomo 21 de las Obras Completas de Georg Simmel. Suhrkamp.

En el año del centenario

Por: RedSimmel-Colombia

Cuando Georg Simmel fallece en 1918 se inicia un ciclo que va de la admiración póstuma, al ocultamiento y el olvido de su obra y culmina, por ahora, en el reconocimiento y difusión. Hoy sus ideas circulan abundantemente entre los grupos más diversos. “Científicos del espíritu”, periodistas, filósofos o investigadores trasdisciplinares, para nombrar solo los más evidentes, interpretan y usan sus pregnantes propuestas sobre la vida, la interrelación, lo urbano, lo femenino, la moda o lo monetario.

Así que, como lo anuncian nuestros diversos homenajes, este 2018 conmemoramos el centenario de la muerte de Georg Simmel. En tanto se trata de honrar la construcción de preguntas honestas, de programas de trabajo que se deriven de dudas vitales para cada individuo y grupo humano, desde RedSimmel recalcamos la faceta de nuestra misión en que la construcción de dudas propias, de retos propios es clave. En este sentido, presentamos el primero de una serie de notas de investigación en que algunos de nuestros integrantes exploran la pregunta por el lugar de la investigación y la docencia desde y con Simmel.

Que sea el momento para desearles un gran año a todos nuestros asociados y a ustedes, nuestros visitantes y lectores.

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ENSEÑAR SOCIOLOGÍA CON GEORG SIMMEL. UNA MANIFESTACIÓN DE TRABAJO EN RED

Por Einer Mosquera Acevedo (UdeA)

RedSimmel-Colombia

 

En la Red de Estudio sobre Georg Simmel –RedSimmel-, una de los modos en las que hemos  articulado intereses conjuntos, además de compartir los usos que los asociados damos a nuestras investigaciones e indagar sobre las particularidades socio-históricas de la lectura en los procesos de institucionalización de la sociología en nuestros países, es propiciar ejercicios de reflexión a partir de la pregunta por la repercusión que en nuestras labores docentes ha tenido el hecho de encontrarse con este clásico tardío de la sociología. Cada uno de estos ejes es fundamento en la proposición de líneas de recepción del berlinés en Iberoamérica y caracterizar el efecto que éste ha tenido en la creación y fortalecimiento de una red de trabajo en torno suyo.

Ya en nuestro portal hemos compartido algunas de estas visiones de nuestros asociados; se trata de insumos iniciales para la recepción de Simmel en términos docentes. Con el propósito de seguir alimentando esta línea de trabajo, presento a continuación la manera como utilizo la obra e ideas de Simmel en los cursos a mi cargo dentro del Área de Teorías Sociológicas del Departamento de Sociología de la Universidad de Antioquia de la ciudad colombiana de Medellín.

Inicialmente esbozaré las ideas de Simmel entorno a su concepción de sociedad para, a partir de eso, exponer cómo intento proveer bases teóricas para la investigación sociológica; seguidamente compartiré líneas de problematización que permiten la interlocución de Simmel con otros autores, y, por último, me atreveré a proponer elementos que considero sirven para fortalecer nuestra capacidad de analizar la realidad sociológicamente.

Georg Simmel es acá, si se quiere, una excusa para lo que pretendemos: proponer a partir de él ejes de discusión sobre la necesaria complementariedad entre la teoría y la investigación y la pregunta por lo que configura una sociología de corte contemporánea. Asimismo, considero que un ejercicio activo de enseñanza va más allá de discutir lo que dice o no dice un autor. El compromiso con la docencia, y específicamente el de la enseñanza de la teoría sociológica, sobrepasa el espacio de la cátedra pues también tiene que ver con la manera en que como lectores de sociología e investigadores concebimos la realidad y proponemos miradas para investigar nuestro mundo y darle sentido.

¿De qué se ocupa la Sociología según Georg Simmel?

Simmel presentó la respuesta a esta pregunta en diferentes escritos. Dos versiones de El problema de la sociología, una en 1894 -con su respectiva nota complementaria- y la segunda en 1908, junto con El ámbito de la sociología, primer capítulo de sus Cuestiones Fundamentales de Sociología en 1917, son textos que pueden ser rastreados fácilmente. Utilizaremos acá una fuente que, aunque poco referenciada, también presenta las líneas generales de lo que Simmel considera debe ocuparse la disciplina sociológica.

En 1908 Georg Simmel respondió una encuesta sobre el futuro de la sociología en la que participaron, además, otros reconocidos intelectuales de Europa y América y que fue publicada en diferentes medios. Sobre lo que ha de considerarse la naturaleza de la sociología Simmel responde lo siguiente:

La mayor causa de ambigüedad y de malos entendidos en el estudio de la sociología parece ser debido al hecho que fallamos en distinguir los elementos esencialmente sociales entre la masa de eventos generales que constituyen la vida histórico-social. Somos incapaces de discriminar otros elementos que son ciertamente solo realizados en y por medio de la sociedad, pero no son en modo alguno la sociedad misma. Ni el hambre, el amor, la avaricia, el trabajo… son en sí mismos elementos sociales. Solo lo son cuando, como causas y objetivos, posibilitan las interrelaciones entre individuos.[1]

Según lo anterior el objeto de la sociología para Simmel no es la sociedad; al privilegiar aquello que posibilita las interrelaciones, buscaba un elemento dinámico que le permitiera proponer análisis del mismo tipo e, igualmente, la distinción disciplinar.

Si bien es conocida la diferenciación forma-contenido y su propuesta de postular lo primero, las formas de socialización, como el objeto de la sociología, me parece más pertinente señalar que esta propuesta se sustenta en el convencimiento que ellas se dan gracias a la reciprocidad. Es entonces la wechselwirkung, el intercambio constante que configura la red social, el elemento que se privilegia para fundamentar una idea de sociedad. Sin embargo, más que con una idea de ella, Simmel trabajó con la premisa que las interrelaciones permiten pensar la sociedad, no como una entidad fija y absoluta, sino como un constante hacerse, un proceso continuo y dinámico. La reciprocidad es, como punto inicial de cualquier forma social, el elemento que nos permite hablar de cómo es posible la sociedad, parafraseando la digresión que se encuentra en el primer capítulo de su Sociología de 1908[2].

La de Simmel es una propuesta analítica que responde a una forma específica de mirar la realidad social. Es una mirada que privilegia los vínculos entre los elementos que hacen parte de ella; de esta manera la explicación de alguno de ellos se hará mostrando cómo a través de las relaciones con otros elementos y de su lugar en el contexto relacional del que hace parte, posibilita que se presente de la forma como se presenta. Si se me permite una suerte de postulado matemático aplicable diría que A es A en tanto se relaciona con B, de esta manera, como lo plantea Ernst Cassirer, las cosas- individuos o cristalizaciones objetivas-obtienen su ser en y con las relaciones que ellas establecen[3]. Dicho de otra manera, nada puede ser entendido solo con relación a sí mismo.

Georg Simmel y la enseñanza de la sociología clásica

Son numerosos los escritos en donde se refiere la no inclusión de Georg Simmel en la lista de los que se consideran los padres fundadores de la disciplina. Acá no pretendo dictar un juicio desaprobatorio de esta exclusión; sin embargo, considero que los cursos de teoría deben propiciar también, haciendo la salvedad que no es el objetivo principal, reflexiones sobre algo que también es un problema sociológico concreto: ¿Qué hace que un autor sea considerado como clásico? Atender este interrogante sirve, al mismo tiempo, para evaluar por qué un autor no se consideró pertinente y para comprender cuáles son las condiciones específicas para que llegue a serlo en algún momento.

Para el caso de Simmel, pensar la categoría histórica de clásico dar una mirada a generaciones que, con lecturas posteriores a las que de él hicieran Talcott Parsons o Raymond Aron -quienes le otorgaron poca relevancia- han llevado a ubicarlo como un clásico tardío[4]. Afortunadamente se presentan estas omisiones pues, aunque sean a propósito o no, dejan viva la lectura de los clásicos para generaciones venideras. La (re)lectura actualiza una obra, le da nuevos matices y posibilidades; en ese sentido el texto no es una cosa en sí sino un para nosotros y, de este modo, leemos el texto y sus interpretaciones con nuestra historicidad de por medio[5] dejando abierta la posibilidad de que otros autores puedan llegar a considerarse también como representativos.

Bajo la premisa anterior, lectura con interrogantes propios mediados con una cultura objetiva, en este caso una estructura curricular donde cada paradigma cuenta con su autor referente, he propuesto a Simmel como interlocutor en los cursos Estructural-Funcionalismo y Sociología Comprensiva.[6] Proponer la interlocución permite ir más allá del abordaje de un autor solo dentro de los marcos de los cursos electivos pues, aunque estas asignaturas son complementarias, productivas y necesarias, pueden muchas veces ser ejercicios no continuos de enseñanza.

En el primer nivel de Estructural-Funcionalismo, al abordar lo que Émile Durkheim considera debe ser el ámbito de la Sociología, no solo atendemos sus ideas sobre la fundamentación científica de nuestra disciplina sino que atendemos también a una polémica con Georg Simmel. El ámbito de la sociología como ciencia[7] es una respuesta a la propuesta simmeliana de concentrarse en la reciprocidad y en las relaciones sociales pues esto significa un alejamiento de la perspectiva del Estructural-Funcionalismo de considerar a la sociedad como una realidad sui-generis. Diferenciarse de esta posición implica, como se dijo anteriormente, tener como premisa que la sociedad no es un estado de cosas sino un devenir, un llegar a ser que se refiere a valorar, en el sentido de interés cognoscitivo, lo que resulta de la relación entre los individuos sobre las estructuras e instituciones para, al decir de Simmel en la nota complementaria que escribe como réplica a Durkheim, tener una comprensión más adecuada de ella[8].

Para Durkheim, en cambio, los análisis deben comenzar por las cuestiones estructurales de la sociedad, asimismo la distinción entre forma y contenido debe plantearse de manera más satisfactoria de modo que sea posible proponer ramas especiales de la Sociología, Morfología y fisiología Social; de esta manera valida su propuesta de considerar los Hechos Sociales como cosas[9].

Incluir este intercambio no intenta tomar partido por uno u otro -esto por sí mismo solo puede resolverse al momento de plantear una investigación concreta- sino exponer, mediante un desacuerdo con otro autor, cuál es la perspectiva que sustenta la propuesta teórica de Émile Durkheim y con ello sentar bases para retroalimentar las demás lecturas del curso.

Para los cursos de Sociología Comprensiva la inclusión de Simmel persigue la ampliación de las discusiones propuestas al leer a Max Weber. Tanto Simmel como Weber, al proponer nociones como Formas de Socialización o Acción Social respectivamente, se centran en las acciones humanas y, a partir de ahí, construyen sus sistemas conceptuales. Sin embargo, este no es el único punto donde pueden encontrarse continuidades entre ambos autores.

Considero que Weber y Simmel comparten un asunto metodológico fundamental para el trabajo investigativo. Ambos autores sostenían que nada está dado para el conocimiento científico. Un objeto de conocimiento es una modelación de un intérprete a partir de una intención específica que direcciona sus abordajes de la realidad. Propongo dos ejemplos respectivos. Cuando Weber en su ensayo sobre la objetividad indica que lo que hace a un objeto de tipo económico-social no son sus características intrínsecas, sino las significaciones que le atribuimos a diferentes procesos según nuestro interés cognoscitivo, siendo esta la base para su noción de Tipo Ideal, no dista de la crítica simmeliana a los economistas que únicamente se circunscriben a lo que tiene que ver con su disciplina sin tomar en cuenta otros elementos -sociales o psicológicos- que bien pueden ser útiles para enriquecer el análisis económico como él lo hace en sus textos sobre el dinero.[10] Con este convencimiento, ambos autores nos instan a la configuración de un objeto de investigación de manera más amplia y no solo a tomar lo que directamente está para la observación.

Privilegio este asunto pues la fundamentación del paradigma comprensivo, además de la investigación con tipos ideales, tiene que ver también con atender ideas específicas sobre formas de objetividad y concepciones de la realidad en las Ciencias Sociales que llevan a ejemplos de propuestas analíticas como las referidas en el párrafo anterior, cuestiones de las que no solo Max Weber se ocupó. En este sentido, hablar de paradigma no es hablar de autor sino de un marco de conceptos, resultados y procedimientos dentro de los cuales se estructuran trabajos investigativos; por lo tanto, con Max Weber como autor principal, encuentro que Georg Simmel, Wilhelm Windelband, Heinrich Rickert y Georg Jellinek, han sido autores relevantes para enriquecer el curso.

En un segundo nivel, la interlocución con Simmel la propongo a partir de la problematización de la noción de comprensión. Si con Max Weber atendemos la paradoja entre lo subjetivamente mentado y lo objetivamente válido, asunto que articula su investigación en La ética protestante y el Espíritu del Capitalismo, con Simmel la idea de comprensión puede abordarse también como una forma de experiencia en la vida social. Es decir, que la comprensión es la manera como tomamos conciencia de las relaciones que establecemos y de la realidad social de la que hacemos parte; los textos de Simmel sobre la comprensión histórica además de sus digresiones sobre la posibilidad de la sociedad, la limitación social o del amor y la gratitud son ejemplos de esta idea de comprensión[11].

El segundo nivel del curso también se toma como la posibilidad, sobre todo, de utilizar otros autores y lecturas para ampliar el panorama de modo que se propicie la formación en perspectiva sociológica que, a partir de su uso de los clásicos, impulse debates contemporáneos. Ultimamente he venido utilizando, además de Alfred Schütz, que sirve para fundamentar la relación arriba expuesta, a Norbert Elias y a Karl Mannheim quienes me permiten, también, establecer continuidades con la propuesta analítica simmeliana.

Los postulados figuracionales de Elias no distan de las ideas relacionales presentes en Simmel. Tomemos, por ejemplo, la siguiente afirmación de La sociedad cortesana en donde Elias propone su perspectiva para el análisis de una posición regia:

Hasta Luis XIV, el Rey Sol, al que a menudo se presenta como prototipo de soberano que lo decide todo y reina absolutamente y sin limitaciones, resulta, examinado con mayor precisión, un individuo implicado, en virtud de su posición de rey, en una red específica de interdependencias…[12]

Simmel, como Elias, consideraba que cualquier fenómeno, más allá de su aparente forma absoluta, está sustentado en acciones y efectos recíprocos. Con esa perspectiva fundamentaba su idea de Ciencias Sociales en términos relacionales[13] y, también, le sirvió para proponer objetos de investigación sociológicas referidos a formas de vinculación e interdependencia entre individuos detentores de posiciones sociales específicas. Al respecto dice en su capítulo El pobre:

La singular exclusión de que es objeto el pobre, por parte de la comunidad que lo socorre, es lo característico del papel que desempeña dentro de la sociedad, como un miembro de ella en situación particular (…) es un sujeto que, por una parte, constituye con todos los demás, la realidad social, y, por otra parte, como todos los demás, se encuentra allende la unidad abstracta y transpersonal de la sociedad.[14]

Por su parte, sobre las líneas de continuidad con Mannheim, la primera que recalco es el reconocimiento de constelaciones relacionales para la fundamentación de una sociología del conocimiento. Dice Mannheim:

La compleja relación entre problemas que surgen en determinada época y lugar debe considerarse y comprenderse dentro del ambiente de la estructura social en que se producen. (…) Esos hechos en apariencia aislados y separados deben comprenderse dentro de las configuraciones de la experiencia, siempre cambiantes y presentes, en las que son vividos. Solo dentro de ese contexto adquieren un sentido.[15]

Este mismo convencimiento tiene en Simmel a un precursor. Basta con revisar el ensayo de 1902 Tendencias en la vida y el pensamiento alemán desde 1870 para encontrar razonamientos muy similares al presentado con Mannheim; inclusive el mismo examen a la noción de tendencia es otra posibilidad para dilucidar líneas de convergencia entre ambos autores:

Dado que este rápido desarrollo de la civilización externa ha sido ocasionado principalmente por las industrias dirigidas a gran escala –de modo que resulta justificado afirmar que, en los últimos treinta años, Alemania ha pasado de ser un estado agrícola a uno fundamentado en la industria–, se ha asistido al estallido del movimiento popular más grande del siglo: el ascenso de los socialdemócratas. El incremento numérico en las filas de los trabajadores alemanes, impulsado por el florecimiento de estas grandes industrias, su aglomeración en grandes centros industriales, la elevación de su vida espiritual y mental a través del mejoramiento de su bienestar material –que, con frecuencia, se dio de forma brusca y a través de la lucha para lograrlo–, son cuestiones que han unido a los trabajadores alemanes en la búsqueda de un solo objetivo, los ha llevado a que acaricien el sueño de ser la clase dominante y, por tanto, ha creado un ideal popular como no había existido desde hacía muchos siglos en similar intensidad y extensión, siempre y cuando se pasen por alto los entusiasmos fugaces, como sucedió en el caso de la “Guerra de Liberación” [Freiheitskriegen] y en 1848. El ideal socialista, desarrollado en Alemania más singular y lógicamente que en cualquier otro país, ha expandido su influencia más allá de las clases trabajadoras. Expondré solo algunas de las fuerzas internas que ocasionan dicho fenómeno y sólo en tanto estén particularmente conectadas con el período reciente y en la medida en que impliquen, no problemas económicos ni revolucionarios, sino motivos espirituales. La imagen idealizada del futuro que los socialistas pregonan es, en su más alto grado, una imagen esencialmente racional. La centralización extrema, el reajuste entre la oferta y la demanda, la exclusión de la competencia, la igualdad de derechos y deberes, son elementos que no solo deben motivar al trabajador quien, con similar perfección, ya ve ante sí una organización acorde a los propósitos de una gran fábrica, que funciona sin fricciones internas, sino que también debe atraer a muchas mentes extremadamente lógicas que siempre estén buscando formarse concepciones racionales de las cosas. Con estas demandas lógicas satisfechas, sin embargo, se realiza –y es en esta unión en lo que consiste la prodigiosa fuerza del socialismo– una satisfacción de demandas netamente emocionales. (…). En realidad puede decirse que entre el socialismo y los intereses del trabajador no existe una conexión íntima o necesaria, que el socialismo es, tal vez, sino uno muy primitivo, un medio aberrantemente adaptado al fin deseado, y que paralelamente se podrían trazar muchos otros a través de los cuales dichos intereses podrían ser asegurados y el descontento social ser obviado. De todos modos esta unión se dio históricamente una vez en Alemania; el Partido Socialista es el único que representa de forma incondicional y exclusiva los intereses de las clases trabajadoras, y quien quiera que desee con el mismo entusiasmo que éstas avancen puede lograr sus fines aliándose con esta organización política.[16]

Esto último son ejemplos de análisis culturales en términos relacionales en el sentido en que, tanto Simmel como Mannheim, recurren a un modo de exposición que les permite vincular, idealmente, aquellos elementos que consideran relevantes para dar cuenta de la particular manera como se manifiesta un fenómeno social específico.

Georg Simmel como herramienta de enseñanza

Un autor no debe servir sólo para ampliar nuestro acervo sino que es principalmente una herramienta analítica; como nos lo recuerda Bourdieu[17], un ejercicio de lectura sociológica va más allá de ser lectores, debemos ser auctores, es decir, lectores que hacer algo con lo leído. Simmel es un ejemplo de ello cuando, tomando ideas de Kant, construye sus postulados sobre reciprocidad o cuando de manera análoga se pregunta por lo que hace posible su sociedad.

Otros autores, asimismo, han sustentado sus sistemas teóricos a partir de Simmel. Jeffrey Alexander con la relevancia de la dimensión no empírica de la sociología; las perspectiva analíticas de Lewis Coser, Robert Merton o Erving Goffman; el uso de sus postulados en debates sobre la modernidad, posmodernidad; el giro cultural en sociología; o la superación de postulados referentes a la sociología formal para acercarse más a una lectura en clave estética, como lo hace David Frisby[18]. Son todos los anteriores ejemplos de ese impulso contemporáneo que se refiere a la mediación entre esa cultura objetiva y la cultura subjetiva del científico social que ha llevado a propuestas que intentan ajustarse a los nuevos contextos vividos pues, precisamente, son las nuevas experiencias las que determinan nuevas formas de indagación científica. Así, además de proveer fundamentos para ampliar los debates propios de la disciplina, quisiera proponer ciertas ideas de Simmel como maneras de enriquecer y alimentar la imaginación sociológica.

Privilegio de su propuesta, para justificar algunos objetivos propuestos dentro de los cursos, la manera de configurar una imagen del mundo abstrayendo ciertos elementos de entre la inconmensurabilidad de la realidad. La concepción de la realidad como múltiple es lo que permite darle validez a multiplicidad de formas discursivas.

En esta línea de ideas, considero que Simmel nos insta a pensar de un modo reflexivo, es decir, a preguntarnos por aquello que configuramos y utilizamos como medio para dar cuenta del mundo y que a la larga determina nuestro modo de relacionarnos con él. Reflexividad significa interpretación para interpretarnos, y eso se encuentra en su propuesta teórica, que se construye a partir de una mediación con el objeto que implica la movilidad del sujeto y el enriquecimiento de éste a partir de vérselas con aquél, es decir, hay vinculación más que oposición. Lejos está de proponer una actividad teórica a la manera de una técnica que, como lo indica en su texto sobre las tendencias en Alemania desde 1870, sólo se le reconozca por su perfección metodológica aunque no enriquezca la cultura, el pensamiento o la moralidad de los hombres.

Esta teoría como actividad humana, en el sentido amplio de la palabra, es una reivindicación del individuo frente a propuestas científicas y académicas que reducen las extensas connotaciones de la noción de experiencia y no permiten una apertura para la formación individual en el sentido humanista.

La propuesta simmeliana, más allá de preocuparse por condiciones lógicas, se sustenta en la forma específica de experiencia de los individuos. Un sujeto cognoscente no sólo conoce, también concibe, valora y da sentido a la realidad. De esta manera, los problemas sociológicos concretos que propone Simmel con sus conceptos son la expresión de una relación dialógica entre los contenidos de la realidad  y la forma como la experiencia individual configura una imagen de ella. Estas imágenes son formas que expresan ese diálogo, pero son formas móviles acordes con un horizonte de comprensión que un mundo y un individuo móviles proveen[19].

Este convencimiento anterior y, sobre todo la curiosidad investigativa de los estudiantes con los que he compartido mis cursos y la propia, ha dado sentido a la labor docente desempeñada. Invito, por ende, a que hagamos de nuestra lectura de los clásicos una lectura contemporánea, que esta sea una  premisa de la enseñanza de la sociología que nos inste a la configuración de interrogantes propios mediados con respuestas anteriores. Se trata de propender por una enseñanza que promueva la consolidación de una cultura sociológica en donde se viva el diálogo entre el ayer y el hoy de nuestra disciplina.

 

Anotación final

Se habrá notado en mi exposición el uso de la primera persona del singular. Lo único que pretendo con esto es responsabilizarme por cualquier afirmación o conexión que el lector pueda considerar deliberada o carente de fundamento. Sin embargo, todo aquello que ese mismo lector encuentre valioso dentro de mi propuesta docente, se lo debo al productivo y constante intercambio académico con el resto de miembros de la RedSimmel. En este sentido, espero que cada una de mis clases sea una manera de agradecerles por permitirme hacer parte de esta red de interdependencias.

 

[1] Simmel, Georg. Umfrageantwort: The future of Sociology: A discussion by leading sociologists of Europe and America. Georg Simmel Gesamtausgabe (GSG) Band 18, Suhrkamp, Alemania, 2008, pág., 463. Traducción y énfasis de mi parte.

[2] Para profundizar en la noción de Wechselwirkung como el eje articulador del relacionismo simmeliano véase Cantó Milá, Natália.  A sociological theory of value. Georg Simmel’s sociological relationism. Transcript, Bielefeld, 2002, pp., 27-54.

[3] Esta afirmación la recupera Mustafá Emirbayer en su Manifesto for a relational sociology. American Journal of Sociology, Vol. 103, No. 2 (Sep., 1997), pp. 281-317

[4] Sabido, Olga y Zabludovsky Gina. Sociología: estudios sobre las formas de socialización de Georg Simmel. La riqueza de una herencia sociológica. EN: Simmel, Georg. Sociología, estudios sobre las formas de socialización. Fondo de Cultura, México, 2014, pp. 11-94.

[5] Esta es la base hermenéutica que el profesor argentino Horacio Tarcus tiene para su investigación sobre la recepción de Marx en el cono sur del continente americano. Tarcus, Horacio. Marx en la Argentina. Sus primeros lectores obreros, intelectuales y científicos (1871-1910), Buenos Aires, Siglo XXI, 2007.

[6] Debo aclarar que no solo en los cursos a mi cargo se incluye a Georg Simmel; Introducción a la Sociología, Sociología Urbana, Seminarios de Especialidad, entre otros son asignaturas que también lo utilizan como referente. Asimismo es necesario destacar la labor del profesor Gilberto Díaz Aldana quien desde el año 2008 ha tenido a cargo cursos electivos donde Simmel es el autor central o un insumo para análisis de tipo cultural; esto ha permitido que en diferentes momentos la asignatura a su cargo Georg Simmel: Sociología de la modernidad se ofrezca e igualmente ha propiciado la inclusión de este autor en las discusiones de asignaturas fijas dentro del currículo.

[7] Durkheim, Émile. El ámbito de la Sociología como ciencia. Sociológica, 50, (sept-Dic, 2002), pp. 177-200

[8] Simmel, Georg.  Nota complementaria al Problema de la Sociología. Sociológica, 50, (sept-Dic, 2002), pp. 201-203.

[9] Para más detalles de esta comparación véase Pabón Jaramillo, Jorge y Mosquera Acevedo, Einer. Simmel y Durkheim, diferencias y continuidades en sus concepciones de Sociología. EN: Tejeiro, Clemencia (Ed) Georg Simmel y la modernidad. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2011, pp. 91-100.

[10] Natalia Cantó Milá, Op. cit pg. 61

[11] Mosquera Acevedo, Einer. Hacia una hermenéutica en Georg Simmel. Apuntes sobre sus a priori sociológicos. EN: Díaz Aldana, Gilberto. Una actitud del espíritu. Interpretaciones en torno a Georg Simmel. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2015, pp. 65-73

[12] Elias Norbert. La Sociedad cortesana. Fondo de Cultura Económica, México, 1996, p. 12.

[13] Natália Cantó i Milá. Op. Cit., p. 31.

[14] Simmel, Georg. El pobre. EN: Sociología, estudios sobre las formas de socialización. Fondo de Cultura Económica, México, 2014. Pp. 477-478.

[15] Mannheim, Karl. Ideología y utopía. Fondo de Cultura Económica, México, 1941, p. 97.

[16] Simmel, Georg. Tendencias en la vida y el pensamiento alemán desde 1870. Digithum 19.

[17] Bourdieu, Pierre. ¿Qué es hacer hablar a un autor? A propósito de Michel Foucault. EN: Intelectuales, política y poder. Eudeba, Buenos Aires, 1999.

[18] Sabido Olga y Zabludovsky Gina. Op., Cit.

[19] Estas lecturas e interpretaciones fueron presentadas en las IV Jornadas Internacionales sobre Georg Simmel en noviembre de 2015 en Buenos Aires y publicadas en el libro Georg Simmel, un siglo después en 2017, editado por Esteban Vernik y Hernán Borisonik.

 

 

 

 

 

 

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