Sunday 1914, Open House at the residence of Professor Ignaz Jastrow,24 Nussbaumallee, in Berlin’s West End

Sunday 1914, Open House at the residence of Professor Ignaz Jastrow, 24 Nussbaumallee, in Berlin’s West End. Courtesy of Cornelia Hahn Oberlander(Vancouver, Canada). Jastrow is between Georg and Gertrud Simmel. On the back of the photo, Mrs. Oberlander’s mother, Beate Hahn (née Jastrow), remarks on the ‘characteristic gestures (typische Bewegungen)’ that Simmel made when speaking. Tomado de Theory,Culture & Society Número 29, página 6.

Por: Einer Mosquera Acevedo y Augusto Botia, RedSimmel -Colombia

Presentación

La conmemoración de este año difiere bastante de lo hecho en los dos años anteriores (ver primer y segundo homenaje). No será una sola pieza sino que aparece en tres partes. Pero, sobre todo, es contrastante a raíz del escaso tono apologético.

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Un estudiante de sociología pregunta juguetonamente, “¿Profe, entonces usted es de la religión Simmel?”. Le sucedió a uno de quienes escribimos esto y se lo dijo un joven universitario a quien se le había recomendado leer un texto del autor.

La pregunta sospecha tangencialmente de nuestra labor en torno a la obra de un autor. El estudiante, con inadvertida astucia crítica, interpreta esta iniciativa como veneración mistificante. Y es que sí, la fascinación por el pensamiento de un autor puede desencadenar en la apología estéril. Simmel por ejemplo, es usado con frecuencia como proveedor de añejas e ingeniosas citas sobre la moda, lo femenino, el dinero o la vida en general; aún peor es el docente universitario que hace algo similar bajo la curtida y muy discutible premisa de calificar el pensamiento del berlinés como fragmentario.

De este modo los aportes que componen este homenaje se pueden leer como pequeñas respuestas académicas a la suscitación de este estudiante anónimo. Nuevos matices despreocupados de lograr la interpretación canónica, recorridos de potencialidades que, en suma, condensan nuevos sentidos a una obra aún en expansión. Con esta colección de reflexiones de nuestros asociados damos un paso en la agenda de investigación trazada al proponer esta red de trabajo con y desde Simmel. Nos disculpamos si parece que nos estamos mirando el ombligo, pero buscamos hacer del pensamiento de Simmel un para nosotros, es decir que nuestros propios interrogantes e intereses le proporcionen nuevo sentido. Lo que no sabemos es si las diferentes respuestas sean exclusivamente afirmativas o negativas. Afirmativas en el sentido de que el autor marcó un camino y lo transitamos junto a él, negativas en tanto que nosotros decidimos cómo transitarlo. La herencia es una búsqueda.

En el aporte que publicamos hoy, la profesora Natalia Cantó i Milà entrega su reflexión sobre el trabajo teórico en sociología. Dejando a un lado la reseña de los a priori  simmelianos para responder por la posibilidad de la sociedad, propone apropiarse de uno en particular y mostrar cómo con él ha investigado la posibilidad de su sociedad hoy.

Luego de presentar el homenaje, los dejamos con el núcleo de esta primera entrega. El aporte que amablemente desde Catalunya hace una de nuestras asociadas. En el aporte que publicamos hoy, la profesora Natalia Cantó i Milà entrega su reflexión sobre el trabajo teórico en sociología. Dejando a un lado la reseña de los a priori  simmelianos para responder por la posibilidad de la sociedad, propone apropiarse de uno en particular y mostrar cómo con él ha investigado la posibilidad de su sociedad hoy. En este sentido, el trabajo teórico es una mediación entre la realidad del autor llamado clásico y la nuestra.  Esta participación de la profesora Cantó fue presentada en su visita académica en enero de 2016 a la Universidad de Antioquia. Agradecemos al Departamento de Sociología por auspiciar esta visita.

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Los usos de los clásicos en sociología

Por: Natalia Cantó i Milà, RedSimmel -Catalunya

Existen en nuestra disciplina dos formas, como tipos ideales, de aproximarnos a la obra de nuestros autores clásicos. Podemos acudir a ellos para estudiar la historia de nuestra disciplina, para saber de dónde venimos, quiénes fueron esos primeros sociólogos y a qué problemas se enfrentaron. A la vez podemos también aproximarnos a los clásicos no tanto para realizar un ejercicio de la historia de nuestra disciplina, sino para aprender con ellos, buscando en sus obras pistas, ideas, conceptos, modelos analíticos que nos permitan avanzar en la comprensión de nuestros problemas sociológicos contemporáneos.

No obstante, en nuestro trabajo (tantas veces de especialistas sin corazón, como nos decía Weber) suele predominar una de estas dos aproximaciones: o somos historiadores de la sociología o somos sociólogos que intentan resolver problemas, dar respuesta a preguntas contemporáneas, relevantes para nuestro aquí y ahora.

Obviamente estas dos formas de trabajar los clásicos no son ni exclusivas ni excluyentes, y en la práctica de todo investigador que trabaje con los clásicos encontramos trazos de ambas formas. No obstante, en nuestro trabajo (tantas veces de especialistas sin corazón, como nos decía Weber) suele predominar una de estas dos aproximaciones: o somos historiadores de la sociología o somos sociólogos que intentan resolver problemas, dar respuesta a preguntas contemporáneas, relevantes para nuestro aquí y ahora. Dentro de esta segunda categoría, la más numérica, lógicamente, encontramos pocos autores que en su búsqueda de modelos analíticos y perspectivas teóricas quieran aventurarse tan lejos en la historia de la disciplina como para buscar en los clásicos pistas para sus preguntas de inminente actualidad. La gran mayoría es fiel a lo que nos decía Luhmann en 1993 sobre los clásicos (que los autores se convierten en clásicos cuando queda claro que aquello que dijeron no es válido) y se mueve en el también apasionante estado del arte y literatura actuales, buscando sus pistas y sus pilares para continuar la investigación. No obstante, también existen los sociólogos que en sus pesquisas teóricas y empíricas buscan en los clásicos teorías, modelos analíticos, conceptos y perspectivas que les permitan avanzar en su trabajo. Así, el trabajo con los clásicos queda pues dividido entre aquellos que se han fijado la comprensión de los clásicos como el objetivo principal de su investigación, y aquellos para los cuales los clásicos no son su objetivo principal sino una ayuda en el camino. Así pues, con todo el respeto por la importancia incuestionable de la obra de los clásicos, en este caso los clásicos se convierten en nuestros compañeros de viaje, nuestros asesores y, parafraseando a Newton (entre otros), esos gigantes a las espaldas de los cuales podemos mirar tanto más lejos de lo que habríamos podido solos, pero no son nuestro objeto de investigación, ni nuestra pregunta. Y en esta función se unen a los autores más relevantes de nuestra disciplina que no son (o aún no son) clásicos.

Si nos concentramos por un momento en un texto y autor concretos, podremos desarrollar mejor lo dicho hasta ahora sobre las distintas formas de aproximarnos a los clásicos. Si tomamos, por ejemplo, la primera digresión de Sociología de Georg Simmel, publicada en 1908, vemos como esta digresión sobre ‘¿Cómo es posible la sociedad?’ puede ser analizada desde ambos puntos de vista.

Por un lado, desde la perspectiva de la historia de la sociología y de la obra de Georg Simmel, podemos preguntarnos por la relación de este con la obra de Immanuel Kant, tal y como queda reflejada en este breve texto, tan programático, de la sociología simmeliana. Podemos preguntarnos también por la huella ya incipiente de la filosofía de la vida, que se convertiría en la pasión intelectual de Simmel en la última fase de su carrera. Podríamos incluso preguntarnos qué hace esta digresión en el primer capítulo de Sociología, justo en medio de un texto tan programático como introductorio de la obra como es el primer capítulo de la monografía y que además conocemos como una versión ampliada y más elaborada del ensayo ‘El problema de la sociología’ (‘Das Problem der Sociologie’, 1894) que Simmel publicó prácticamente simultáneamente en francés, inglés, italiano y alemán y cuyas propuestas él consideraba clave para el establecimiento de la nueva disciplina de la sociología. Todas estas son posibles e interesantes cuestiones y preguntas de investigación que podrían surgir si trabajamos con este texto de una forma exegética y/o desde la perspectiva de la historia de la sociología y de la obra de Georg Simmel.

A la vez, no obstante, podemos aproximarnos a este texto de una forma distinta. Podemos leer los a priori que Simmel planteó en ‘¿Cómo es posible la sociedad?’ cuestionándonos qué nos aportan hoy, qué interés tiene hoy día trabajar con un texto sobre los a priori de la vida social… y qué perspectiva nospermiten desarrollar respecto al estado del arte actual en nuestra disciplina.

A la vez, no obstante, podemos aproximarnos a este texto de una forma distinta. Podemos leer los a priori que Simmel planteó en ‘¿Cómo es posible la sociedad?’ cuestionándonos qué nos aportan hoy, qué interés tiene hoy día trabajar con un texto sobre los a priori de la vida social… y qué perspectiva nospermiten desarrollar respecto al estado del arte actual en nuestra disciplina.

Respondiendo esta pregunta, llama inmediatamente la atención el hecho de que hoy día no nos preguntamos por las condiciones necesarias y suficientes de la existencia de la sociedad. No nos preguntamos qué pasa a nivel individual que posibilita a los seres humanos la percepción de sí mismos y de otros como miembros iguales (o desiguales) de un mismo colectivo social. Realmente pues la condición social de los humanos se ha convertido en un dado por supuesto en sociología. Un retorno crítico a la obra de Simmel nos hace dar cuenta de este hecho. Lo que nosotros damos por supuesto, él lo problematizaba sociológicamente, preguntándose los porqués que sustentan la sociedad, ese general no abstracto que construimos cada uno de nosotros, en interrelación con los demás, presentes, pasados y futuros, pero cuyos resultados no podemos reconocer como propios. La herencia que hallamos cuando nacemos, ya cristalizada y con la cristalización de sus luchas de poder impuesta ante nosotros como la forma correcta de hacer las cosas, no nos deja reconocer una agencia que, a su vez, no todos y todas tenemos en la misma proporción y medida.

De hecho Simmel argumenta que un cumplimiento al cien por cien de los tres a priori nos mostraría una sociedad “perfecta” en el sentido de sobresocializada, sin posibilidad casi de observación de segundo orden puesto que la distancia necesaria para hacerlo no existiría.

Simmel destaca en su texto que los a priori pueden ser comprendidos de dos formas distintas: como condiciones que deben cumplirse para que la sociedad como algo general pero no abstracto sea posible, sabiendo que los aprioris se cumplen hasta cierto grado pero nunca totalmente. O como un imaginario de cómo sería una sociedad totalmente socializada. De hecho Simmel argumenta que un cumplimiento al cien por cien de los tres a priori nos mostraría una sociedad “perfecta” en el sentido de sobresocializada, sin posibilidad casi de observación de segundo orden puesto que la distancia necesaria para hacerlo no existiría.

Si observamos uno a uno los aprioris que nos propuso Simmel en 1908, al margen del planteamiento general de trabajar con la idea de que hay condiciones sine qua non para la vida social, que pueden ser trabajadas como a priori y que presentan la sociedad con toda su fragilidad (una fragilidad que se recupera analíticamente al romper la naturalidad con la que damos por supuesto nuestra condición social), nos damos cuenta también de que cada uno de ellos nos ofrece propuestas interesantes de cara a nuestras posibles pesquisas.

Si hablo en primera persona (del plural, nunca trabajamos solos), puedo argumentar que, en las investigaciones me han ocupado en los últimos años, me resultado de especial interés trabajar con el tercer a priori planteado por Simmel en ‘¿Cómo es posible la sociedad?.’ No porque sea el más interesante o inspirador de los tres, sino porque es el que ofrece mejores pistas para seguir avanzando con las preguntas que nos hemos venido planteando en el grupo de investigación del cual formo parte. Concretamente, el trabajo sobre, y el diálogo con, el tercer a priori de ‘¿Cómo es posible la sociedad?’ nos llevó a mis compañeros y mí a desarrollar un proyecto de investigación sobre imaginarios de futuro en los años 2014-2016.

 

Caminando en la calle

 

Pero si la persona pierde la creencia en ese lugar, si pasa a asumir que no hay lugar posible para ella en la sociedad, su encaje y sentido de pertenencia quedan profundamente dañados y las consecuencias son disruptivas para toda la sociedad.

El link con el tercer a priori formulado por Simmel es directo: Si resumimos, parafraseando, el tercer a priori, afirmaríamos: para que la sociedad sea posible, es necesario que en las mentes de cada uno de los individuos exista la idea de que en la sociedad existe un lugar especial y específico para él o para ella. Estos lugares especiales para cada uno de nosotros tienen una cierta correspondencia en la estructura social, de forma que, en un caso ideal, cada persona encontraría un ‘encaje’ entre el lugar que siente como el suyo y su lugar en la estructura social. Este encaje perfecto, como ya destacábamos antes, no se da. Hay reajustes, alternaciones biográficas, giros, momentos de más y menos precariedad en el sentido de pertenencia e identificación de un lugar para uno mismo en la sociedad, en el encuentro de ese lugar a lo largo de la biografía. Pero si la persona pierde la creencia en ese lugar, si pasa a asumir que no hay lugar posible para ella en la sociedad, su encaje y sentido de pertenencia quedan profundamente dañados y las consecuencias son disruptivas para toda la sociedad. La sociedad, siguiendo el tercer a priori, deja de ser posible, para ese individuo y si la problemática es generalizada, para la sociedad en su totalidad.

En el sur de Europa hemos vivido en la última década una de las peores crisis económicas que podemos recordar. Una crisis económica que algunos empezaron a afirmar recientemente que empezamos a superar, pero cuya superación parece reservada a los estratos más altos de la estructura social. En los barrios menos favorecidos de Barcelona y en sus cercanías, donde hemos estado realizando entrevistas autobiográficas, la narración sigue siendo de desarraigo y de pérdida “de lugar”. Ese lugar que Simmel nos presentaba como una conditio sine qua non para la posibilidad de la sociedad. Un lugar que no puede ser momentáneo pero que nos debe ofrecer la posibilidad de reducir la complejidad del futuro, permitiéndonos pensar que seguirá estando ahí mañana, el mes que viene, en los próximos años. Esta premisa es, precisamente, la que muchos nos contaron en las entrevistas que se había roto: la vida que habían planeado, asumiendo una continuidad de los lugares que habían encontrado y sentido como suyos, se rompió; el futuro que pensaban para sus hijos, que había sido un dado por supuesto antes de la llegada de la crisis, se convirtió en un problema, para convertirse en un ideal inalcanzable. La necesidad de reconciliarse con imaginarios del futuro que se habrían considerado indeseables en cualquier otro momento invita a sentirse “al margen” de la sociedad. Como si ese lugar que se sentía como propio hubiese desaparecido, como si hubiese sido un espejismo, y la realidad llegase para contarnos que no, que ese lugar no existe y con él desapareciese también ese vínculo social que hace la sociedad posible, como nos decía Simmel.

De esta forma, creemos que lo que afirmaba Niklas Luhmann en su última clase magistral (es decir, cuando pasaba a convertirse en catedrático emérito) ante toda la Facultad de Sociología de la Universidad de Bielefeld en 1993 es falso:

De esta forma, creemos que lo que afirmaba Niklas Luhmann en su última clase magistral (es decir, cuando pasaba a convertirse en catedrático emérito) ante toda la Facultad de Sociología de la Universidad de Bielefeld en 1993 es falso: él argumentaba que los autores se convierten en clásicos cuando queda definitivamente claro que estaban equivocados y la última excusa que nos queda para seguir trabajando con ellos es que otros lo hacen, así construyendo argumentos que realmente poco aportan a nuestro conocimiento de la sociedad contemporánea sobre la base de que en un círculo interminable de citas mutuas, todos bebiendo de las tres mismas fuentes, que, como indicaba hace justo un momento, estaban equivocadas. Luhmann, un autor tan admirado y tan compatible con una perspectiva simmeliana, nos deja en este punto dos cosas muy claras: 1) que más allá de la subdisciplina de la historia de la sociología el interés por los clásicos (tal y como él define los clásicos) debería quedar obsoleto, 2) que autores como Durkheim, Simmel, Weber o el mismo Luhmann no pueden ser autores clásicos en el sentido que este último le daba al término, puesto que sus obras siguen aportando pistas a los sociólogos contemporáneos, no sólo a los historiadores ni mucho menos, sino también a los que desde perspectivas teóricas, empíricas, o, como yo argumentaría que siempre debería ser, a los que combinan perspectivas teóricas y empíricas para llegar a formular preguntas relevantes y a ofrecer nuevas respuestas.

Ciertamente, la denominación de ‘clásico’ no debería añadir ningún valor adicional a la obra de un autor desde el punto de vista del trabajo actual con sus ideas y construcciones analíticas. En este sentido, creo que Simmel podría perder el ‘honor’ de ser un clásico y seguir siendo de inmensa utilidad en nuestro trabajo diario de análisis y comprensión de fragmentos de la realidad social.

Ciertamente, la denominación de ‘clásico’ no debería añadir ningún valor adicional a la obra de un autor desde el punto de vista del trabajo actual con sus ideas y construcciones analíticas. En este sentido, creo que Simmel podría perder el ‘honor’ de ser un clásico y seguir siendo de inmensa utilidad en nuestro trabajo diario de análisis y comprensión de fragmentos de la realidad social.

 

Bibliografía citada

Luhmann, Niklas (1993), ‘ “Was ist der Fall?” und “Was steckt dahinter?” Die zwei Soziologien und die Gesellschaftstheorie.’. Bielefelder Universitätsgespräche und Vorträge, 3. Bielefeld.

Simmel, Georg (1992): Gesamtausgabe in 24 Bänden: Band 11 (GSG 11): Soziologie. Untersuchungen Über Die Formen Der Vergesellschaftung: BD 11. 6th ed. Suhrkamp Verlag.


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